dijous, 14 de maig del 2009

Belcebú


De cómo me quedé helado y atónito,
no lo quieras, lector, que no lo escribo,
porqué cualquier hablar poco sería.

Yo no morí, mas vivo no quedé:
piensa por ti, si algún ingenio tienes,
cual me puse, privado de ambas cosas.

El monarca del doloroso reino,
del hielo aquel sacaba el pecho afuera;
y más con un gigante me comparo,

que los gigantes con sus brazos hacen:
mira pues cuánto debe ser el todo
que a semejante parte corresponde.

Si igual de bello fue como ahora es feo,
y contra su hacedor alzó los ojos,
con razón de él nos viene cualquier luto.

¡Qué asombro tan enorme me produjo
cuando vi su cabeza con tres caras!
Una delante, que era toda roja:

las otras eran dos, a aquella unidas
por encima del uno y otro hombro,
y uníanse en el sitio de la cresta;

Dante perdido en pesadillas


Entonces comenzaba un nuevo día,
y el sol se alzaba al par que las estrellas
que junto a él el gran amor divino

sus bellezas movió por vez primera;
así es que no auguraba nada malo
de aquella fiera de la piel manchada

la hora del día y la dulce estación;
mas no tal que terror no produjese
la imagen de un león que luego vi.(...)

Y que todo el apetito
que parecía cargar en su flaqueza,
que ha hecho vivir a muchos en desgracia.

Tantos pesares ésta me produjo,
con el pavor que verla me causaba
que perdí la esperanza de la cumbre.

Tal la bestia me hacía sin dar tregua,
pues, viniendo hacia mí muy lentamente,
me empujaba hacia allí donde el sol calla.

divendres, 24 d’abril del 2009

La fosa de magma



Hay un lugar llamado Malasbolsas
en el infierno, pétreo y ferrugiento,
igual que el muro que ciñe el entorno.

Justo en el medio del campo maligno
se abre un pozo bastante largo y hondo,
del cual a tiempo contaré las partes.

Es redondo el espacio que se forma
entre el pozo y el pie del duro abismo,
y en diez valles su fondo se divide.

Como donde, por guarda de los muros,
mas y más fosos ciñen los castillos,
el sitio donde estoy tiene el aspecto;

tal imagen los valles aquí tienen.
Y como del umbral de tales fuertes
a la orilla contraria hay puentecillos,

así del borde de la roca, escollos
conducen, dividiendo foso y márgenes,
hasta el pozo que les corta y les une. (...)

Así de puente en puente, conversando
de lo que mi Comedia no se ocupa,
subimos, y al llegar hasta la cima

nos paramos a ver la otra hondonada
de Malasbolsas y otros llantos vanos;
y la vi tenebrosamente oscura.

Como en los arsenales de Venecia
bulle pez pegajosa en el invierno
al reparar sus leños averiados,

que navegar no pueden; y a la vez
quién hace un nuevo leño, y quién embrea
los costados a aquel que hizo más rutas;

quién remacha popa y quién la proa;
hacen otros remos y otros cuerdas;
quién repara mesanas y trinquetas;

así, sin fuego, por divinas artes,
bullía abajo una espesa resina,
que la orilla impregnaba en todos los lados.

La veía, mas no veía en ella
más que burbujas que el hervor alzaba,
todas hincharse y explotarse luego. (...)

Mas a la pez volvía la mirada,
por ver lo que la bolsa contenía
y a la gente que adentro estaba ardiendo.(...)

dissabte, 28 de març del 2009

La novena fosa, las serpientes



Desde lo alto del puente descendimos
donde se cruza con la octava orilla,
luego me fue la bolsa manifiesta;

y yo vi dentro terrible maleza
de serpientes, de especies tan distintas,
que la sangre aún me hiela recordarlo.

Más no se ufane Libia con su arena;
que si quelidras, yáculos y faras
produce, y cancros con anfisibenas,

ni tantas pestilencias, ni tan malas,
mostró jamás con la Etiopía entera,
ni con aquel que está sobre el mar Rojo. (...)

De pronto a uno que se hallaba cerca,
se lanzó una serpiente y le mordió
donde el cuello se anuda con los hombros.

Ni la O tan pronto, ni la I, se escribe,
cual se encendió y ardió, y todo en cenizas
se convirtió cayendo todo entero;

y luego estando así deshecho en tierra
amontonase el polvo por sí solo,
y en aquel mismo se tornó de súbito.

dimecres, 25 de març del 2009

El bosque de las arpías



Neso no había aún vuelto al otro lado,
cuando entramos nosotros por un bosque
al que ningún sendero señalaba.

No era verde su fronda, sino oscura;
ni sus ramas derechas, mas torcidas;
sin frutas, mas con púas venenosas.

Tan tupidos, tan ásperos matojos
no conocen las fieras que aborrecen
entre Corneto y Cécina los campos.

Hacen allí nido las arpías,
que de Estrófane echaron al Troyano
con triste anuncio de futuras cuitas.

Alas muy grandes, cuello y rostro humanos
y garras tienen, y el vientre con plumas;
en árboles tan raros se lamentan.

Y el buen Maestro: “Antes de adentrarte,
sabrás que este recinto es el segundo
-me comenzó a decir- y estarás hasta

que puedas ver el horrible arenal;
mas mira atentamente; así verás
cosas que si te digo no creerías.”

Yo escuchaba por todas partes gritos,
y no veía a nadie que los diese,
por lo que me detuve muy asustado. (...)

Anteo el gigante libre




Dimos la espalda a aquel mísero valle
por la ribera que en torno ciñe,
y sin ninguna charla lo cruzamos.

No era allí ni de día ni de noche,
y poco penetraba con la vista;
pero escuché sonar un alto cuerno,

tanto que habría a los truenos callado,
y que hacia él su camino siguiendo,
me dirigió la vista sólo a un punto. (...)

Y él me repuso: “A Anteo ya verás
cerca de aquí, que habla y está libre,
que nos pondrá en el fondo del infierno.

Aquel que quieres ver, está muy lejos,
y está amarrado y puesto de igual modo,
salvo que aún más feroz el rostro tiene.” (...)

“Oh tu que en el afortunado valle
que heredero a Escipón de gloria hizo,
al escapar de Aníbal con los suyos,

mil leones cazaste por botín,
y que si hubieses ido a la alta lucha
de tus hermanos, hay quien ha pensado

que vencieran los hijos de la Tierra;
bájanos, sin por ello despreciarnos,
donde al Cocito encierra la friura. (...)

Así dijo el maestro; y él deprisa
tendió la mano, y agarró a mi guía,
con la que a Hércules diera fuerte abrazo.

Virgilio, cuando se sintió cogido,
me dijo: “Ven aquí, que yo te coja”;
luego hizo tal que un haz éramos ambos. (...)

Mas levemente al fondo que se traga
a Lucifer con Judas, nos condujo;
y así inclinado no hizo más demora,
y se alzó como el mástil en la nave. (...)

diumenge, 22 de març del 2009

El viaje por las fosas de fango

Pintura a l'oli nº7

Cuerda no lanzó una saeta
que tan ligera fuese por el aire,
como yo vi una nave pequeñita

por el agua venir hacia nosotros,
al gobierno de un solo galeote,
gritando: “Al fin llegaste alma alveosa.”

“Flegias, Flegias, en vano estás gritando
-díjole mi señor en este punto-;
tan sólo nos tendrás cruzando el lodo.”

Cual es aquel que gran engaño escucha
que le hayan hecho, y luego se contiene,
así hizo Flegias consumido en su ira

Subió mi guía entonces a la barca,
y luego me hizo entrar detrás de él;
y sólo entonces pareció cargada.

Cuando estuvimos ambos en el leño,
hendiendo se marcho la antigua proa
el agua más que suele con los otros.