dijous, 14 de maig del 2009

Belcebú


De cómo me quedé helado y atónito,
no lo quieras, lector, que no lo escribo,
porqué cualquier hablar poco sería.

Yo no morí, mas vivo no quedé:
piensa por ti, si algún ingenio tienes,
cual me puse, privado de ambas cosas.

El monarca del doloroso reino,
del hielo aquel sacaba el pecho afuera;
y más con un gigante me comparo,

que los gigantes con sus brazos hacen:
mira pues cuánto debe ser el todo
que a semejante parte corresponde.

Si igual de bello fue como ahora es feo,
y contra su hacedor alzó los ojos,
con razón de él nos viene cualquier luto.

¡Qué asombro tan enorme me produjo
cuando vi su cabeza con tres caras!
Una delante, que era toda roja:

las otras eran dos, a aquella unidas
por encima del uno y otro hombro,
y uníanse en el sitio de la cresta;

Dante perdido en pesadillas


Entonces comenzaba un nuevo día,
y el sol se alzaba al par que las estrellas
que junto a él el gran amor divino

sus bellezas movió por vez primera;
así es que no auguraba nada malo
de aquella fiera de la piel manchada

la hora del día y la dulce estación;
mas no tal que terror no produjese
la imagen de un león que luego vi.(...)

Y que todo el apetito
que parecía cargar en su flaqueza,
que ha hecho vivir a muchos en desgracia.

Tantos pesares ésta me produjo,
con el pavor que verla me causaba
que perdí la esperanza de la cumbre.

Tal la bestia me hacía sin dar tregua,
pues, viniendo hacia mí muy lentamente,
me empujaba hacia allí donde el sol calla.