divendres, 24 d’abril del 2009

La fosa de magma



Hay un lugar llamado Malasbolsas
en el infierno, pétreo y ferrugiento,
igual que el muro que ciñe el entorno.

Justo en el medio del campo maligno
se abre un pozo bastante largo y hondo,
del cual a tiempo contaré las partes.

Es redondo el espacio que se forma
entre el pozo y el pie del duro abismo,
y en diez valles su fondo se divide.

Como donde, por guarda de los muros,
mas y más fosos ciñen los castillos,
el sitio donde estoy tiene el aspecto;

tal imagen los valles aquí tienen.
Y como del umbral de tales fuertes
a la orilla contraria hay puentecillos,

así del borde de la roca, escollos
conducen, dividiendo foso y márgenes,
hasta el pozo que les corta y les une. (...)

Así de puente en puente, conversando
de lo que mi Comedia no se ocupa,
subimos, y al llegar hasta la cima

nos paramos a ver la otra hondonada
de Malasbolsas y otros llantos vanos;
y la vi tenebrosamente oscura.

Como en los arsenales de Venecia
bulle pez pegajosa en el invierno
al reparar sus leños averiados,

que navegar no pueden; y a la vez
quién hace un nuevo leño, y quién embrea
los costados a aquel que hizo más rutas;

quién remacha popa y quién la proa;
hacen otros remos y otros cuerdas;
quién repara mesanas y trinquetas;

así, sin fuego, por divinas artes,
bullía abajo una espesa resina,
que la orilla impregnaba en todos los lados.

La veía, mas no veía en ella
más que burbujas que el hervor alzaba,
todas hincharse y explotarse luego. (...)

Mas a la pez volvía la mirada,
por ver lo que la bolsa contenía
y a la gente que adentro estaba ardiendo.(...)

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